EL SATSE Y LA «ENFERMERÍA ESCOLAR»

No debería extrañarnos que ante la dejadez de los responsables políticos a la hora de proporcionar los cuidados que la infancia necesita, aparezcan los irresponsables sindicales, cuyo cometido dista mucho de ser la organización de la asistencia sanitaria, para planificar los cuidados que la infancia necesita.

Y es que, como en los centros de salud de Andalucía los niños no tienen asignados profesionales de enfermería (algunos ya ni pediatras), un sindicato ha pensado que lo suyo es que al menos tengan una enfermera en su escuela (los que vayan al instituto que se las apañen).

Los pediatras vemos con gran preocupación esta tendencia a comenzar la casa por el tejado. Esto es, sin tener enfermera de referencia en los centros de salud, poner una enfermera que cubra la atención el 10% del tiempo (las 890 horas lectivas de un curso frente a las 8760 que tiene un año) y con un porcentaje de recursos materiales ridículos frente a los que se dispone en un centro sanitario, lo que hará que se limite, la mayoría de ocasiones, a derivar a los niños a su inexistente referente en el centro de salud, donde se cuenta con el material necesario para cambiar la sonda, hacer la cura, suturar la herida… O tal vez también pretenden no sólo dotar de personal sanitario a los colegios mejor que a los centros sanitarios, sino que también pretenden que allí esté el mejor desfibrilador, el mejor monitor, el mejor espirómetro, el mejor material estéril, el mejor frigorífico para conservar medicamentos y vacunas, etc.

Si estuviésemos de acuerdo con la necesidad de creación de esta prestación de la sanidad pública ¿o es del sistema educativo?, habría que ver igualmente necesario, la creación de la figura de enfermera de parques y jardines o la enfermera de hipermercados y centros comerciales. Porque ¿Que menos que una enfermera al lado de cada desfibrilador?

Pero dejando de lado la ironía, preguntémonos que trabajo realizaría y con que medios contaría una enfermera escolar. ¿Realizaría allí las recogidas y extracciones de muestras para que no pierdan clase los alumnos y las llevaría al laboratorio? ¿Realizaría las curas periódicas de los niños que presente heridas traumáticas o quirúrgicas? ¿Darían analgésicos, antitérmicos, antibióticos, inhaladores, psicofármacos? ¿Pondría allí las vacunas del calendario? ¿Harían sondajes intermitentes, cambiarían sondas y bolsas de colostomía? ¿O darían clases de educación para la salud sin tener la capacitación para dar clases que se exige al profesorado? ¿A que se dedicaría 10 horas semanales si su horario es de 35 horas y el alumnado permanece en el centro 25 horas semanales? ¿Ordenaría pastilleros? ¿Y que hará mientras el alumnado esté en clase? ¿Quien atendería a todos los niños que fuera del periodo de escolarización obligatoria no asisten al colegio? ¿Las órdenes de toma de constantes, de toma de muestras, de curas o administración de medicación en los centros sanitarios las mandaríamos a que las hagan en el colegio, donde tendrían más personal de enfermería pediátrica que nosotros?

Los colegios no son centros de salud sino centros educativos a los que asisten, en su mayoría, niños sanos o niños con enfermedades crónicas estables. Invertir dinero en que haya una enfermera cruzada de brazos mientras en los centros de salud escasea el personal es un despilfarro de recursos inasumible en nuestra comunidad, máxime en el actual escenario de crisis agónica de la atención primaria.

Lo que hay que crear ya, es la figura de enfermería pediátrica en los centros de salud, que será quien pueda ir a los colegios a hacer actividades puntuales de educación para la salud, siempre en colaboración con el equipo docente del centro. Quien podrá ir a los centros educativos a coordinarse con el equipo docente en los casos de que, un determinado paciente, así lo requiera. Y será la enfermera referente que necesitan los niños para que se encargue de las tareas propias de la enfermería en los centros sanitarios: actividades de promoción de la salud a través de actividades individuales y grupales, no sólo con los niños, sino con sus familias; actividades de prevención, como pruebas de cribado y administración de vacunas, programa de salud infantil y del adolescente, junto con actividades de recaptación en poblaciones marginadas de las que nadie se acuerda (temporeros, ambulantes, inmigrantes, etc), y por último, actividades que tienen que ver con el cuidado de las niñas y niños enfermos: curas, administración de medicación, entrenamiento de las familias en cuidados domiciliarios, programas de seguimiento en obesidad infantil, diabetes, pacientes con enfermedades raras, cuidados paliativos. Todas estas tareas en la actualidad están sometidas a una variabilidad intolerable, rayando en la arbitrariedad más absoluta.

La enfermería escolar, es un lujo que las niñas y niños andaluces, que no disponen de enfermera en los centros sanitarios, y en más de un 30% de casos, carece incluso de pediatra, no se pueden permitir.

Aunque entendemos que un sindicato ha de velar por los intereses de sus afiliados y buscarles trabajo, nos vemos en la obligación de recordarles que existe un interés superior, consagrado en la legislación internacional, nacional y autonómica: el bien superior del menor, que antes que tejas que les caigan sobre sus cabezas, necesitan cimientos, pilares,  paredes y el techo que las sostenga. Hay trabajo de sobra en los centros sanitarios para las especialistas en enfermería pediátrica. El día que se cubran las necesidades básicas, será el momento de hablar de lujos.

Asociación Andaluza de Pediatría de Atención Primaria (AndAPap)

Junta Directiva AndAPap

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